A.N.L.I.

He aquí un pequeño fragmento de un texto que estoy perfeccionando:

Como siempre, ficho a la salida y vuelvo a casa por las angostas, oscuras  y mugrientas callejuelas del sector 126.

Como siempre, veo al mismo gato cojo  rebuscando en la basura.

Como siempre, dejo caer una moneda en la gorra de aquel hombre que, con melancolía, toca el acordeón de la mejor forma que recuerda.

Llego a la farola 00136 en la que me detengo 1 minuto y 16 segundos. Allí observo los mosquitos que, por alterar su rutina, por simple curiosidad, por querer ir hacia la luz brillante, acababan chamuscados y en un último intento de sobrevivir agitan sus pequeñas alas; pero, siempre, absolutamente siempre, caen muertos al pavimento. Aquellos ya no picarían a nadie más. Era como una advertencia, un recordatorio; ellos saben muy bien cómo manipular el subconsciente.