De repente me dí cuenta de que te habías convertido en esa clase de persona que tanto odiabas, las personas que solíamos criticar hablando por teléfono horas y horas. Ya no me llamas, ya no hablamos, ya no criticas a esas personas, ahora me criticas a mí. Muy bien, te felicito, has conseguido eso que tanto ansiabas, pero fíjate lo que has cambiado, que ya ni me acuerdo de como eras...
Lo peor es que sé que un día te darán de lado, entonces vendrás a buscarme, pero ¿sabes? quizás ya no quiera hablar contigo, quizás se me habrán quitado las ganas de llamarte, quizás ya no me importes, quizás será tarde, quizás...
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